Algunos jóvenes de Zarco siguen preguntándose cuál es mi verdadera razón de estar aquí. Algunos sugieren que soy policía o militar y estoy investigándolos, otros creen que soy sacerdote y esta es una manda impuesta por algún superior, unos pocos creen que vengo a hacer cosas malas o me estoy escondiendo de algo malo que hice.

Creo que es un tanto «normal» desconfiar de alguien desconocido. Vivimos en un mundo muy cruel, donde la maldad se ha apoderado de muchos humanos que dañan a otros y eso nos provoca miedo. Sin embargo, he visto en estos días que cada persona posee cosas hermosas en su corazón. Si abrimos nuestro corazón a otros, podremos ver que en sus corazones hay belleza y hay esperanza de ser mejor.

Algunos de mis nuevos amigos han abierto su corazón conmigo, así como yo lo he hecho. Esos momentos de amistad, me han enseñado mucho sobre el amor a un «desconocido». Creo que es posible ver a la gente con compasión en lugar de miedo. Creo que la gente necesita corazones abiertos para abrir su corazón.

Es cierto que eso puede ser «peligroso» y puede doler, pero creo que es el ejemplo de nuestro maestro.

Las cucarachas son los únicos animales hacia los que siento repugnancia. No me gusta verlas vivas y no me gusta matarlas. Casi puedo asegurar que mi vida sería más feliz si por el resto de mi vida no viera una cucaracha más.

Sin embargo, vivir en un lugar como el que vivo me ha enseñado que lo que para mi puede ser muy difícil y repugnante, es para otros parte de la vida diaria.

Duermo en el piso con un par de cobijas, y la mayoría de las personas que me rodean no tienen una cultura de limpieza ni organización (Nadie les ha enseñado). Así que tenemos un gran problema de cucarachas y ratas caminando entre nosotros por las noches. Hasta hoy, han sido ya tres veces que despierto por la mañana y tengo que sacar las cucarachas de mi ropa o sacudirlas de mi cuerpo.

Pareciera difícil, pero no puedo dejar que un par de cucarachas o un ejército de ratas impidan mostrar el amor de Dios a estas personas. No quiero poner una barrera entre mi comodidad y una necesidad de consecuencias eternas. Tal vez esté entendiendo un poco más qué significa «despojarme de mi mismo».

Estoy seguro que cualquier cristiano puede hacerlo, tal vez hoy sea un buen día para que lo intentes. Tal vez hoy es un buen día para intercambiar un poco de comodidad por un poco de amor.

Hoy fui con dos jóvenes de Zarco a una «casa de día», un lugar donde las personas indigentes pueden bañarse, comer y descansar un poco de sus rutinas de la calle. A cambio de esto, solo se les pide que ayuden con la limpieza de la casa y su asistencia a un par de charlas mientras están ahí.

Cuando la encargada me preguntó sobre mi condición en la calle, le extrañó mucho la situación y preguntó varias veces si yo pertenecía a alguna organización o si estaba supervisando el lugar. Después de hablar con su superior (al cual no tuve la oportunidad de ver), regresó a decirme que no podían brindarme el servicio a mí porque yo no pertenecía a «los chavos de la calle».

Después de charlar un poco, encontramos que la única diferencia era que yo no soy adicto a las drogas. Así que no podían ayudarme por esa razón. Este pretexto ocasionó algunos problemas entre la encargada y los muchachos que iban conmigo, ya que para estas alturas, yo soy parte de «la banda».

Uno de los jóvenes comenzó a decir que este era un acto de discriminación. Lamento mucho haber ocasionado un problema entre ellos, pero al mismo tiempo me pongo a pensar en la forma en que la firme estructura de una organización puede impedirnos ayudar a otros cuando la posibilidad de hacerlo está a nuestro alcance.

Muchas veces he podido ayudar a alguien, y algunas veces he pensado: «este no es mi trabajo«. Las personas con las que estuve hoy tenían la posibilidad de ayudarme, pero estuvieron tan enfocados en «su trabajo» que se olvidaron que podían hacer un poco más.

Este día me hizo pensar en la historia de Marta y Maria. Algunas ocasiones me encuentro tan ocupado haciendo «mi trabajo» que me olvido de lo que realmente soy. Un simple seguidor de Jesús.

Hoy es Domingo 29 de Junio y ha pasado ya una semana desde que salí de mi casa. Como de «costumbre», decidí reunirme con alguna Iglesia. Después de pensarlo un poco, decidí ir a una cristiana (protestante) y una católica.

Es maravilloso ver como Dios llena el corazón del hombre que le busca, sin importar que adore en un templo u otro. Dios busca adoradores que lo hagan en espíritu y en verdad.

Hoy Dios me dado nuevas fuerzas, el escuchar su palabra y ver a otros que lo adoran me ha dado animo y nuevas esperanzas.

Gracias a Dios por ustedes, gracias a Dios por su Iglesia que se encuentra en todas partes.

El templo de San Judas Tadeo fue visitado por miles de personas el día de hoy. La mayoría devotos creyentes católicos que creen en la ayuda que San Judas Tadeo les ha brindado o puede brindarles. Otros muchos estaban ahí para vender diferentes clases de imágenes y amuletos, otros vendían comida y otros recuerdos de la ciudad.

Los jóvenes de Zarco esperaban con gusto este día porque sabían que al igual que cada día 28 de cada mes, recibirían mucha comida y regalos de aquellos que vienen a pedir favores a San Judas Tadeo.

Algo que llamo mucho mi atención, fue ver más de una decena de jóvenes que vinieron de diferentes partes de la república a bendecir un santo y algunos amuletos, salir del templo lo más pronto posible para poder comprarse un poco de «activo» o un poco de mariguana.

Tuve la oportunidad de hablar con algunos de ellos y note una cosa en común, a ellos no les falta una casa, pero les falta esperanza.

Hoy le di gracias a Dios por mi hogar, por la casa que mis padres han provisto siempre para mi. Pero también le di gracias mi esperanza y por las personas que han ayudado a crecer y madurar esa esperanza.